—Buenos días. ¿Hablo con el centro de formación de profesores de natación de Madrid?
—Sí.
—Quiero hacer la formación. ¿Cuándo puedo empezar?
—¿Quiere formarse como profesor?
—Sí, sí. Por mí, podría empezar mañana.
—¿Qué experiencia tiene con la natación?
—Ninguna.
—¿No sabe nadar?
—No.
—¿Y por qué quiere formarse como profesor de natación?
—He leído un poco y me parece muy interesante. Está relacionada con el agua, ¿verdad?
—Sí … pero …
—A mí me encanta el agua. Cuando tengo sed, lo que más me gusta es tomar un vaso de agua fresquita.
—… ¿No prefiere tener un poco de experiencia de la natación antes de comprometerse a hacer la formación?
—Bueno, quizá no tenga experiencia de la natación misma, pero tengo agua corriente en mi casa … me ducho todos los días … en verano sudo bastante; el sudor es agua, ¿verdad?
—Sí, el sudor es principalmente agua, pero poco tiene que ver con la natación. Sería mejor que aprenda a nadar primero. Una vez que sepa nadar, sabrá si realmente le interesa formarse como profesor. A fin de cuentas, la formación supone mucho compromiso de tiempo y dinero. ¿Quiere información sobre las clases de natación?
—Pues … ahora estoy muy ocupado. Quizá le vuelvo a llamar más tarde.
Nunca volvió a llamar.
Creo que la conversación anterior le parecería absurda a todo el mundo. Sin embargo, yo, como director del Centro de formación de profesores de Técnica Alexander de Madrid, me encuentro en una conversación así casi todas las semanas. Con sólo cambiar «natación» por «Técnica Alexander» y «me ducho todos los días», etc, por cosas tipo «me encantan las cosas alternativas» o «un vecino mío ha hecho algo de Pilates y me dice que está muy bien», ya tenemos una transcripción prácticamente literal de estas conversaciones.
El motivo principal por el cual empecé este blog era informar sobre la Técnica Alexander. También creí, quizá un poco ingenuamente, que si explicara qué es la Técnica, cómo son las clases y en qué consiste el curso de formación, podría evitar este tipo de conversaciones. No ha sido así.
Puede parecer increíble que haya gente que dice que está dispuesta a comprometerse a una formación de tres años que supone 15 horas semanales: tres horas al día, cinco días por semana, y que, a la vez, afirma no tener tiempo para una clase semanal de una media hora. Más aún, que quiere formarse en algo en el cual no ha tenido experiencia alguna, ¡ni siquiera entiende lo que es! La explicación de esta incógnita, me parece, es que estas personas creen que ya saben lo que es, y por eso no se moleste en informarse antes de ponerse en contacto conmigo. Creen, por ejemplo, que la Técnica es una más de las muchas terapias alternativas y su interés radica en que ven la formación como una salida laboral. (Un señor, por ejemplo, me llamó hace poco y por lo que podía averiguar, su único motivo para querer formarse era que no había ningún profesor en su ciudad.) Creen que es algo que aprenderán a hacer a otros. Desde luego, no se han planteado la necesidad de un cambio profundo propio, un esfuerzo por incorporar la Técnica en sus propias vidas, antes de poder enseñarla a nadie. En cuanto se enteran de esto, se cambian de idea.
Un ejemplo especial son los fisioterapeutas que imaginen que la Técnica consiste en un par de manipulaciones que no se enseña en la formación típica de un fisioterapeuta. De hecho, dan por sentado que no tendrán que hacer toda la formación de Técnica Alexander porque están convencidos de que su formación en fisioterapia habrá tratado ya con casi todo el temario. Cuando les digo que, además de tener que hacer los tres años de formación enteros, necesitarían haber tomado, como cualquier otro que se interesa por la formación, un mínimo de un año de clases individuales semanales antes de poder empezar, de repente, como en la conversación arriba, no tienen tiempo. De hecho, me aventuraría a decir que, como regla general, los fisioterapeutas necesitan más tiempo que el año de clases individuales que se suele pedir porque les cuesta tanto quitarse de la cabeza que la Técnica Alexander no es una especie de fisioterapia.
También hay gente que se pone en contacto conmigo sin haberse informado en absoluto sobre la formación. Así que, por ejemplo, se sorprenden que la formación es de tres años, o que se realiza entre semana, etc —hasta me han preguntado si se hace la formación por internet—. Habrán oído hablar, supongo, de cursos de formación de Yoga o Tai Chi de un solo fin de semana, y imaginen que para la Técnica sería algo parecido. Desde mi punto de vista, incluso una persona que sí ha tomado clases, si no tiene la paciencia y curiosidad suficientes como para leer la información disponible sobre el curso de formación que pretende realizar, tampoco las tiene para empezarlo.
Conozco el caso de un bloguero que sospechaba que mucha gente que dejaba comentarios críticos con lo que él escribía, no habían leído la entrada entera porque no parecía captar su argumento y le atribuía argumentos que él no había expresado. Para comprobar su hipótesis, puso al final de una entrada que sospechaba que podría ser polémica «si has leído hasta aquí, incluye la palabra ‘elefante’ en tu comentario». Muy pocos de los que fueron críticos con el lo hicieron. Quizá debería plantearme una estrategia parecida.
La verdad es que no sería necesario: reconozco este tipo de consulta desde el principio. Por su forma de plantear las preguntas, sé de inmediato que la persona no sabe nada sobre la Técnica, que no ha tomado clases, y por lo tanto, que no está remotamente preparado para hacer la formación. Tampoco va a querer tomar clases. Sólo me quedo con una duda: ¿cual es la forma más rápida de cortar la conversación sin ser mal educado?
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