Encontré la siguiente observación interesante de Walter Carrington sobre el trabajo personal necesario para realmente sacar provecho de las clases de la Técnica en The Act of Living*:
Es necesario usar nuestra mente. No basta con tener sólo la experiencia, sino que es necesario hacer un intento de comprender el significado de la experiencia. Es necesario explicarse la experiencia a uno mismo. Y eso es algo que requiere mucho trabajo mental. (Traducción de Inmaculada Mas Álvarez)
Esta necesidad, quizá, no es obvio al principio. Sin embargo, según avanzan las clases, cobra cada vez más importancia.
La primera función del profesor de la Técnica Alexander es facilitarle al alumno una experiencia nueva —una experiencia de coordinación mejorada— que le sería muy difícil conseguir sin ayuda. Esta dificultad se debe a múltiples razones. Entre otras: la fuerza del hábito; la falta de precisión sensorial; ideas y creencias erróneas que impidan o dificultan la comprensión de nuevos conceptos; la dificultad de transmitir experiencias desconocidas por medio de la palabra. Luego, a medida que avancen las clases, es necesario que le ayude a entender esta experiencia y, especialmente, el proceso que conduce a ella, para que, eventualmente, el alumno sí es capaz de conseguirla sin ayuda.
El profesor, sin embargo, sólo puede informar, guiar y aconsejarle sobre este segundo paso; no puede pensar por el alumno y no puede poner en práctica lo aprendido por él.
Aunque es perfectamente posible que un alumno tenga la experiencia en las clases, que disfrute de la sensación e incluso la mantenga durante unas horas o incluso días, si desea un cambio real, tiene que empezar a asumir la responsabilidad de conseguirlo. No puede escapar la necesidad de este «trabajo mental». Es la única manera de lograr un cambio estable, que uno no sólo mantenga las mejoras fuera de la clase, sino que seguirá mejorando.
Puede parecer un camino duro o da un poco de pereza emprenderlo, pero, desde luego, ¡yo no conozco a nadie que lo haya recorrido y luego se haya arrepentido!
*Este libro no está disponible en castellano todavía. ¡Estamos en ello! La cita es del capítulo What you don’t want y la encontraréis en la página 21.
Hola, Simón.
Lo primero que quiero hacer es felicitarle por este estupendo sitio web, el mejor que conozco en español. Creo que planteas cuestiones muy interesantes y estimulantes para «the work»… 🙂
Con respecto a este post me parece que pones el dedo en la llaga: «trabajo mental». En los aforismos de Alexander que estás comentando en otras entradas hay uno que me parece especialmente relevante, que más o menos dice así: «piensas que la Técnica es algo físico, yo te digo que es la cosa más mental que que se haya descubierto». Es una declaración impactante y muchas veces pasada por alto. Pero la Técnica Alexander es mental, o no es nada… Quiero decir con esto que la acción muscular, el movimiento, la postura no son más que «traducciones», efectos, consecuencias de la actividad mental. De ahí uno de los típicos «regaños» de Alexander a sus pupilos: «estás sintiendo, no pensando.» Porque el auténtico cambio en nuestro uso solo puede venir a través del cambio de actitud mental.
Alexander en otra ocasión definió su trabajo como el estudio de la reacción humana, afirmación también cargada de profundidad. Es tan vasto el territorio que abarca la Técnica, que según dónde pongamos el acento en cada momento puede definirse de muy diversas formas. Yo destacaría por sobre todo que es una cuestión de deseo, de voluntad. Nuestro cuerpo responde a nuestras órdenes, pero es bien sabido que nos manejamos bajo una guía defectuosa e inconsciente. El trabajo cosiste en saber qué queremos… y hacerlo. Suena fácil, sabemos que es terriblemente complicado… 😉 Pero los efectos son dramáticos a todos los niveles.
¿Se le da la importancia que indudablemente merece todo esto en las actuales escuelas de Técnica Alexander? Mi opinión es que muchos profesores se gradúan sin tener claros estos conceptos fundamentales. O se tocan en clase pero luego quedan en un nivel meramente teórico y no aparecen en las clases prácticas. Muchas veces creo que por una cuestión de pudor, como si todo esto sonara a algo esotérico, místico… Pero la verdad es que sin el trabajo mental la Técnica queda dramáticamente mutilada, irreconocible, despojada de su identidad.
Me congratula que la escuela de Madrid esté en manos de alguien como Simon, estoy seguro de que con sus inquietudes velará por que esto no pase inadvertido a sus alumnos.
Ha sido un verdadero placer, Simon. Iré comentando algunos más de tus interesantes mensajes.
Un saludo.
Hola Jonatan:
Gracias por tu comentario.
Efectivamente, sin el trabajo mental la Técnica ni siquiera es una técnica; se reduce a un especie de masaje en lugar de una herramienta poderosa que uno puede llevar consigo vaya donde vaya. Son muchos los alumnos que en un principio me dicen «hojalá tuviera tus manos conmigo todo el día». Mi propósito como profesor es que se den cuenta de que, con un poco de trabajo de su parte, ¡no las necesitarán!
Impecable, Simon. Aplicando la filosofía de la Técnica al trabajo de manos es fundamental hacer entender a los alumnos que las manos del profesor son un medio, no un fin. E instigarles y enseñarles ¡a independizarse de ellas! Y aquí puede ser un inconveniente el ego del profesor. Porque, ¿verdad que es muy reconfortante el dar una gran sesión de manos a alguien y ver los resultados de nuestra «obra» y sentir el agradecimiento y la admiración? E incluso la dependencia, porque no lo neguemos, nos da una sensación de poder y control. Algo así como el antiguo brujo de las tribus… 🙂 Entonces es cuando hay que ser MAESTRO y enseñar al alumno el camino, no nuestro dedo.
Y es que, en última instancia, por muchas manos, guía, consejos, orientación que dé un profesor, la llave para el auténtico cambio solo está dentro de cada uno. Si el alumno no quiere o no le enseñamos a dar ese paso, no hay nada que hacer.
Un saludo.
Tienes razón. Aunque me da mucha satisfacción cuando un alumno disfrute de la clase y se produzca mucho cambio en él, lo que más satisfacción profesional me da es cuando un alumno a quien no he visto en mucho tiempo (a veces años) vuelve a tomar clases y le encuentro mejor que nunca. En ese momento puedo decir sin lugar a dudas ¡a esta persona le he enseñado algo!
Estimado Simon, mi nombre es maría del pilar pérez piñeyro, de Montevideo, Uruguay. Ya nos conocemos (no personalmente), pero hemos hablado / escrito.
Consulta: leo a menudo el libro del cual hablas: como la cita está en español … no la puedo ubicar, perdón! Podrías refrescarme y pasarme número de página / capítulo al menos ? Muchas gracias por tu atención.
Saludos y felicitaciones,
mar pilar
Hola Mar Pilar:
Un placer contactar contigo de nuevo.
La cita es del capítulo What you don’t want y la encontrarás en la página 21. Empieza en la undécima linea desde abajo. Voy a añadir una anotación al artículo.
Gracias y Saludos