Hace poco me comentó un alumno que ya podía pasar el día entero en el trabajo sin que le doliera la espalda. Dado su historia reciente, él no lo hubiera creído posible hace relativamente poco. Estaba encantado y muy agradecido.
Daba la casualidad de que el día anterior otro alumno me había dicho lo mismo. Me hizo algo de gracia ya que sus trabajos no podrían ser más distintos: uno pasa el día sentado delante de un ordenador, mientras el otro está de pie realizando un trabajo físico bastante duro. [Más…]