Entiendo que la Técnica Alexander puede ser algo difícil de explicar. Entiendo que algunos, en su intento de simplificarla para que sea más accesible, llegan a tergiversarla. También entiendo que un periodista o escritor que no sabe nada de la Técnica, pero tiene que escribir algo sobre ella, se equivoca.
Lo que no entiendo es lo siguiente:
Masajes y manipulaciones: cómo aliviar dolores musculares de Roberto Carlos Rodriguez.*
Este libro pretende explicar los distintos métodos de masaje y terapias corporales, y además, servir de auto ayuda. Contiene unas cuatro páginas supuestamente sobre la Técnica Alexander, pero los números al pie de página son casi los únicos datos fiables que aparecen en ellas.
A ver si me explico bien. Estoy acostumbrado a encontrar escritos desafortunados sobre la Técnica. Podría (si fuera maniático) dedicarme a jornada completa a quejarme y criticar artículos y libros de otros sobre ella. Prefiero invertir mi tiempo en cosas más productivas. No obstante, este libro es toda una clase nueva de equivocado. No se trata de diferencias de opinión ni errores compresibles. Se equivoca tanto que la palabra ‘equivocado’ realmente no es suficiente. Está más allá de equivocado. Es como si le sonaba vagamente que había un tal Alexander y se inventó el resto. ¡No bromeo! Más allá del nombre ‘Alexander’, hay poco que me habría hecho sospechar que se trataba de la Técnica Alexander. Que el libro no incluye nada de bibliografía, sólo aumenta mis sospechas.
Aunque no me hace ninguna gracia la idea de que alguien podría leer esto y creer que tenga algo que ver con la Técnica Alexander, hay que reconocer que me tronchaba de la risa al leerlo, y por eso os lo cuento, para que podemos troncharnos todos.
Para empezar, se equivoca con el título. Habla de la ‘Teoría’ de Alexander, cosa que no he visto nunca. Al principio esto no parece tener mayor importancia. Luego vemos que sí que lo tiene (más sobre esto en un momento). A continuación, un resumen biográfico de Alexander que no tiene desperdicio. Ni siquiera acierta con el nombre. Le llama Matthias en lugar de Frederick Matthias (un error pequeño pero significativo) y todo empeora a partir de ahí. Nos cuenta que Alexander fue cantante además de actor y un “científico autodidacto y bien cualificado”. Si no fuera por lo que sigue, podríamos excusar lo primero como un simple error y lo último con que el autor se expresa mal. No obstante, es mucho más difícil darle el beneficio de la duda cuando dice que Alexander «investigó en las teorías de la osteopatía y la quiropráctica» porque se estaba quedando sin voz. ¿De dónde habrá sacado esto? La ausencia de bibliografía, que mencioné antes, imposibilita averiguar si lo ha leído en algún sitio o que, sencillamente, se lo ha inventado. A saber, además del pequeño problema de fechas (estas dos modalidades ni siquiera existieron cuando Alexander se puso a investigar la causa de sus problemas vocales), no tienen nada que ver con la Técnica, hasta tal punto que el mismo Alexander las consideraba “irreconciliables” con ella.**
Otra revelación: Alexander “no consiguió elaborar un libro sobre sus teorías, ya que eran muy difíciles a describir con letras” —esto no es un extranjerismo mío, ¡así lo pone el libro!— y por eso, sólo se trata de una teoría. Podríamos considerar esto cierto sí no fuera por los CUATRO libros que escribió Alexander.***
A pesar de esta dificultad, el autor se atreve a explicar la “Teoría de Alexander”: todos nuestros males se deben a un mal uso de las vértebras. (Si Alexander habría llegado a escribir cuatro libros, quizás a la tercera se lo habría puesto el título de ‘El uso de las vértebras’). De nuevo me preguntó si el autor llegó a leer algo sobre la Técnica antes de ponerse a escribir. Esto ni siquiera es una caricatura de la Técnica.
Intenta profundizar un poco más sobre esta ‘Teoría’ tan difícil de explicar. Nos ofrece las siguientes perlas: “… el simple acto de hablar, meditar, y dormir puede provocar tensiones musculares incorrectas para las que el cuerpo no está diseñado por la naturaleza. Los esfuerzos que hacen el cuerpo para adaptarse producen nuevas modificaciones y con ello aparecen las malformaciones”. (¿Por qué exactamente?) “Adoptar una forma más acorde con nuestra condición bípeda puede mejorar nuestra salud y carácter.” (Muy bien. ¿Y cómo se consigue esto? ¿Ha dicho bípedo para impresionarnos?) Alexander, nos asegura, afirmaba que «lo natural» sólo debería referirse a los niños más pequeños que todavía no han aprendido a andar ni lleven zapatos (¿?) y que partir de allí adquirimos hábitos antinaturales. (De nuevo, ¿por qué?) Romper estos hábitos es la base de restablecer la buena salud. (Muy bien. ¿Cómo?)
A esta ‘teoría’ le falta bastante chicha. A mi me suena que Alexander, (ya sabes, en esos cuatro libros que no escribió), decía cosas mucho más interesantes y coherentes. Ya sé que el autor cree que esta ‘teoría’ es difícil a poner en “letras”, pero ni siquiera nos presenta con una teoría, ya sabéis, un sistema de ideas con poder explicativo. No explica nada. Sólo ha proporcionado una descripción infantil y genérica, cuando no equivocada, del problema —¡podría encajarla en cualquier otro capítulo del libro!— sin explicar por qué sucede ni cómo solucionarlo. (La gran ironía es que Alexander detestaba este tipo de escritos. Hablaba con mucho desprecio de los “vendedores de ideas”, es decir, los que presentaban grandes teorías sin procedimientos prácticos para llevarlas a cabo.) Llama la atención que el autor no menciona en ningún momento las ideas reales de Alexander, las que distinguen su trabajo de otras cosas: el uso afecta al funcionamiento, Apreciación sensorial poco fiable, Control primario, Inhibición, Dirección… todos ausentes.
El autor sigue con su fantasía proporcionando una descripción de lo que hacen los terapeutas de la ‘Teoría de Alexander’ en una sesión.
No existe lugar concreto para manipular el paciente, nos informa. Puede estar sentado, de pie o tumbado “aunque la inercia y la comodidad obligan que sea mejor que permanezca sentado”. Una vez que el paciente entienda que cuánto más vago sea, mejor, el terapeuta empieza a “colocar correctamente” el cuerpo del paciente desde la cabeza, por este motivo: “Lo mismo que la energía debe fluir hacia el cerebro, todos los movimientos tienen su origen en la cabeza y todo el sistema articular dependiente de la columna vertebral estaría sujeto a ella”. Si alguien sabe lo que lo anterior quiere decir, ¡que me lo diga!
Por lo visto, se consigue los cambios deseados “tirando de las diferentes zonas musculares y estirando otras”. Al paciente sólo le pide que tenga presente una línea (imaginaria, nos dice, ¡no la busquéis!) que parte de la cabeza y va hacia los pies. ¡Sería descortés pedir que se implique más! Si hay mucha curva dorsal, “especialmente en mujeres”, (no sé por qué ‘mujeres’, lo pone sin explicación), se manipulará la zona. El paciente debe concentrarse ahí e intentar colocarla con “nuestra” ayuda.
Después de tanto estirar y tirar, es posible que la cabeza se haya perdido la alineación, nos cuenta, y por eso “volveremos” a colocarla y “explicamos” al paciente cual ha sido la causa (dado la descripción que nos está dando, la causa más probable sería precisamente las manipulaciones de teórico de Alexander).
Lo de hablar en primera persona, (“nuestra” ayuda, “volveremos” a colocar la cabeza, “explicamos”) me parece un toque muy bonito. Parece que el autor, para dar un poco de autoridad a lo que dice, pretende sugerir sutilmente que él mismo es un profesional de esta ‘Teoría’.
Paso siguiente, se desbloquean las piernas y las cadera, colocándolas “en linea con el resto” para después atacar los brazos, ya que estos “también pueden ser problemáticos y por eso es importante que el paciente intente apoyarlos perfectamente en el suelo sin esfuerzo”. Esto por lo visto va a colocar de nuevo la columna en su sitio. ¿No se supone que el paciente estaba sentado? A ver si he entendido bien: el paciente, sentado en una silla –¡por inercia y comodidad!— debe colocar los brazos “perfectamente” en el suelo, sin descolocar la cabeza y manteniendo las piernas y la cadera en una línea con el resto. O el autor tiene razón y la teoría de Alexander es muy difícil de poner en “letras”, o está delirando.
Una vez terminado la manipulación, el paciente se coloca de pie de espaldas a una pared (pies a 5cm de ella) con las rodillas flexionadas para posicionar la columna, cadera y hombros correctamente. “En este punto del tratamiento, la postura habrá mejorado sensiblemente” nos asegura. ¡Qué pena que no incluye fotos!
Si no tenemos un terapeuta en nuestra ciudad, no es problema. Podemos “autochequearnos” delante de un espejo. Así que desnudos y de pie:
— Observe si mantiene los hombros al mismo nivel
— Ponga la cadera perfectamente horizontal
— Rodillas al mismo nivel horizontalmente. Trate de mantenerlas juntas.
Los que ya habéis quitado la ropa y estáis delante de un espejo, intentando llevar a cabo estas instrucciones, habréis chocado ya con los primeros problemas. Hay más:
“Lleva ahora uno de los brazos hacia atrás, horizontalmente. Observe si en ese recorrido desequilibra las caderas o los hombros. Repítalo tantas veces como sea necesario para que cuando mueva el brazo, solamente gira la cintura.”
¿Qué? ¿Alguien entiende esto? En el caso de que significa algo, ¿Para qué sirve hacer esto?
“Mueva un brazo hacia arriba. Si el cuerpo se desplaza hacia un lado, corríjalo.” y por último, “analice sus movimientos cotidianos para ver si están provocando desequilibrios o torsiones. En caso afirmativo, repítalos hasta sean más eficaces.”
Así que esta teoría de Alexander, la que es tan difícil poner en “letras” que su creador no encontró forma de dejarla por escrito, resulta ser cuestión de mirarte en el espejo y corregir lo que te parezca mal. ¡Me quedo sin letras!
*M. E. editores S. L. (1998). La copia que tengo he encontrado es del ’98 pero hay ediciones más recientes. En una búsqueda rápida vi que hay todavía bastantes copias flotando por ahí.
** La cita de Alexander proviene de su cuarto libro The Universal Constant in Living en el apartado “An osteopath’s idea of a new technique” (La nueva técnica de un osteópata).
*** Man’s Supreme Inheritance (1910. Edición revisado y expandido 1918) , Constructive conscious Control of the Individual (1923), The Use of the Self (1932), The Universal Constant in Living (1941).
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