Después de dos meses de vacaciones relativas (he mantenido un horario reducido de alumnos privados), ya empieza el nuevo curso: la escuela de formación de profesores, la vuelta de los alumnos privados y llegada de nuevos.
Cuando empecé a enseñar en España, hace ya 17 años, me preocupaba un poco el verano. Pensé que quizá era mucho tiempo sin clases para mis alumnos, ¿Se olvidarán todo? Pronto descubrí que, las vacaciones, más bien, suponían un buen reto para mis alumnos: de forma obligatoria tenían que asumir la responsabilidad de poner en práctica lo aprendido.
La buena noticia es que casi siempre enfrentaron este reto con éxito. Como joven profesor, no podía estar más contento. Tenía delante de mis ojos, entre mis manos, la prueba irrefutable de que había conseguido lo que pretendía: ¡mis alumnos fuesen capaces de cuidarse de sí mismos!
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