Un lector me ha comentado que mientras mi blog trata bastante los demás conceptos de la Técnica, una explicación clara de las direcciones es curiosamente ausente.
No ha sido aposta, aunque intuyo el porqué de esta ausencia. En resumen, las direcciones son quizá la parte más sutil de la práctica de la Técnica Alexander, y cuando uno empieza con las clases, los problemas de aprender a parar, a dejarse en paz a uno mismo, y a negarse a reaccionar (inhibición) son mucho más inmediatos.
De hecho, opino que muchos autores de la Técnica, de libros de introducción y especialmente de artículos introductorios, ponen demasiado énfasis en las direcciones, lo cual da lugar a muchos equívocos. Uno necesita bastante experiencia práctica de la Técnica, tener un dominio relativo de la inhibición y el no-hacer, antes de que un estudio de las direcciones tenga utilidad práctica. Es más, sin este dominio, intentar incorporar las direcciones sólo genera más confusión y puede llegar a ser perjudicial. Hay que tener en cuenta cómo nuestro público va a entender nuestras palabras.
No obstante, las direcciones sí forman una parte muy importante de la Técnica, y doy por sentado que la mayoría de los lectores de este blog tienen experiencia práctica de la Técnica. Hay mucho de que hablar, así que esta es la primera parte de una serie de entradas. De hecho, iba ser un artículo largo, pero me estaba extendiendo tanto que podría terminar en un libro. ¡Decidí no dejaros esperando tanto!
Empezamos: ¿Que queremos decir con las direcciones?
En cualquier libro de introducción sobre la Técnica, además que en la obra de F.M Alexander, encontramos las siguientes direcciones primarias*:
1. Dejar el cuello libre,
2. Para que la cabeza vaya hacia delante y hacia arriba,
3. De tal forma que la espalda se alargue y se ensanche.
Hay más, pero estas son la base. A primera vista, parecen algo más bien sencillo: una serie de instrucciones, cosas que uno tiene que hacer para poner en práctica la Técnica Alexander. De hecho, en unos cuantos libros sobre la Técnica traducidos al castellano (traducidos por personas ajenas a la Técnica, salvo una notable excepción) vemos ‘instrucciones’ en lugar de direcciones.
Esto es muy desafortunado por varios motivos, el principal siendo que no son instrucciones tal y como se suele entender esta palabra. Llamarlas así incita a tratarlas como cosas que uno puede y debe hacer, y esto desde luego no es lo que son.
Es importante tener en cuenta que ‘instrucción’ (instruction) existe en inglés, con el mismo significado y usos, y como Alexander la evitó a conciencia (elegía muy concienzudamente su terminología), claramente pensó que esta palabra no era la adecuada.
Menos importante, pero algo que se debe tener en cuenta, es que el término las direcciones está muy establecido entre los profesores de la Técnica hispanohablantes, y por lo tanto instrucciones crea confusión.
¿Por qué no son instrucciones?
Creo que surge bastante confusión sobre este punto por dos motivos principales. Primero, en las clases el profesor le dice al alumno la dirección o direcciones que debería darse, es decir, le enseña al alumno cómo dirigirse a sí mismo por medio de unas instrucciones. Es comprensible, cuesta imagina otra manera de hacerlo. No obstante, el proceso que se está describiendo, que se pretende enseñar, no es uno de dar instrucciones a uno mismo. De hecho, Instruirse a uno mismo, o darse a sí mismo instrucciones, no tiene mucho sentido.
Un ejemplo: si se tratara de instrucciones, ante la idea de dejar que la cabeza vaya hacia delante y hacia arriba, el alumno podría preguntar muy justificadamente: ¿cuánto? La pregunta, no obstante, está mal planteada. No se trata de una posición, sino el resultado de un proceso dinámico, un resultado que cambia según las circunstancias, pero estos cambios se consiguen a través del mismo proceso de dirigirse, no por hacer directamente el resultado “correcto”.
De hecho, no se puede hacer las direcciones. Esto es el segundo punto de confusión.
Alexander insistió mucho en este punto. No era una recomendación, sino una observación, una explicación. Hay que pensarlas (o darse las a uno mismo), desearlas, pero no hacer nada para llevarlas a cabo.
Por ejemplo: “dejar el libro allí” es una instrucción. Es lícito preguntar dónde exactamente. “Dejar que la cabeza vaya hacia delante hacia arriba” no es una instrucción en este sentido.
¿Qué?
Aquí es útil recordar que Alexander fue actor, y por lo tanto, dirigir es una palabra que, para él, tendría connotaciones de guiar. De hecho, Alexander también las llamaba los órdenes de guía (guiding orders). Dicho así, podemos entender la idea de dirigirnos a nosotros mismos (darnos las direcciones) como un proceso guiarnos en actividad. Tened en cuenta, no obstante, que el Director dirige la obra pero no la hace. Los actores se ocupan de esto. La dificultad en entender el proceso de dirigirnos radica en que somos tanto el director como el conjunto de actores.
Si no son instrucciones y no hay que hacerlas, ¿Qué son, entonces? ¿Para qué sirven?
Contestaré a estas preguntas en la próxima entrega.
* Algunos, yo incluido, añadiríamos una cuarta: y las rodillas vayan hacia delante y hacia afuera. Esta dirección, aunque no aparece en los libros de Alexander, sí formaba parte de su enseñanza.
Deja una respuesta