Me han acusado de presentar la Técnica Alexander como algo difícil, lo cual podría desanimar a la gente a probarla. ¡En mi defensa tengo mucho que decir!
Para empezar, el propósito de mi blog es ayudar a la gente superar las dificultades con las que se podrían encontrar al aprender la Técnica. Presupone que ya están tomando clases o tomaron clases en algún momento. Inclusive, espero que lo que escribo sea de interés a otros profesores de la Técnica o gente que se están formando como profesores. Hay mucha información básica sobre la Técnica disponible en la web, incluso en mi propio web, pero lamentablemente, muy poco —especialmente en castellano— que va más allá de lo más básico. Un blog que consistiera en entrada tras entrada de historietas superficiales no serviría ninguna función.
De todas formas, afirmar que hay que presentar la Técnica como algo fácil para atraer a la gente, pone en evidencia unas suposiciones muy curiosas. Para mi, que algo requiere esfuerzo no significa para nada que sea indeseable. Casi cualquier cosa que merezca la pena requiere algo de esfuerzo para conseguirla. De hecho, lo que me interesó de la Técnica en mis principios fue precisamente el hecho de que no parecía un temita ‘light’.
No obstante, a pesar de todo lo que acabo de escribir, la verdad es que yo no diría que aprender a poner en práctica la Técnica Alexander sea algo difícil, sólo que nos exige una inversión de tiempo, reflexión y práctica.
A ver si consiga explicar esta matización por medio de una analogía:
Llegar a mi cuidad natal, Sydney*, desde mi ciudad de residencia actual, Madrid, no es difícil. No obstante, requiere tiempo, independientemente del empeño, esfuerzo, inteligencia y medios de los que uno disponga. Si tenemos expectativas razonables sobre el viaje, llegar es tarea fácil (¡por lo menos en este siglo!). No hay motivo para ponernos nerviosos si no vemos la Opera de Sydney nada más salir. También conviene prestar atención durante el viaje. Si nos asegurarnos de seguir los pasos correctos —no confundir Australia con Austria, no confundir Sydney, Australia con la cuidad del mismo nombre en Nova Scotia, Canadá— llegaremos por definición.
Cómo llegar no es necesariamente obvio, y si no lo tenemos claro, podemos buscar ayuda. ¡Hay gente que se dedica a ello! No es necesario dar vueltas a ciegas con la esperanza de descubrir el camino de casualidad.
Del mismo modo, aprender la Técnica es un viaje. Es un proceso de desarrollo, de ir acercándonos a nuestra meta. El siguiente paso para llegar a Sydney depende de dónde venimos y hasta dónde hemos llegado. Lo mismo se podría decir de la Técnica. Aunque F.M. Alexander sí dijo que lo correcto se hace solo, es importante darnos cuenta que esto no significa que lo perfecto se hace solo. Lo correcto es personal y relativo, relativo a dónde está uno en su viaje. No hay un ‘correcto’ para todo el mundo, ni siquiera para la misma persona en distintos momentos.. Intentar conseguir la perfección de un momento a otro, es un sin sentido. Es como intentar el viaje Madrid-Sydney en cinco minutos. Esto no es difícil, ¡es imposible! Demuestra una falta grave de comprensión de la meta que nos hemos propuesto.
En fin, aprender la Técnica tiene sus dificultades y por eso son necesarias las clases, pero no es por eso difícil. Con la ayuda de un profesor, podemos evitar tomar pasos en falso, o más bien, no gastar demasiado tiempo en caminos equivocados (equivocarse es una parte esencial de cualquier proceso de aprendizaje), para que el viaje sea lo más fructífero posible.
¿Alguna duda?
* Como ya he indicado en otra ocasión, aunque pretendo ser tan respetable con el castellano como me sea posible, me es imposible escribir ‘Sydney’ con i latina. ¡Me quema los ojos verlo!
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