El Mono y el Madroño

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La inhibición y el camino a mi cocina

2 marzo, 2013. Simon Fitzgibbon

Este comentario reciente me ha hecho recordar el momento cuando entendí por primera vez, de forma práctica, qué significaba mantener la inhibición de mi reacción inmediata a la idea de hacer algo mientras lo hacía. En aquel momento, ya llevaba tiempo tomando clases de la Técnica Alexander.  Estuve en el pasillo de mi casa y decidí irme a la cocina…
Así que me dije que no, que no iba a la cocina (inhibición) para evitar mi reacción habitual a la idea de ponerme en marcha  —tensar todo y salir disparado como un conejo asustado—,  pensé en las direcciones primarias (cuello libre, cabeza hacia delante y hacia arriba, espalda larga y ancha) para conseguir un mejor uso de mi mismo, y después, decidí emprender el camino (lo que Alexander llamaba ‘dar consentimiento’).

Resulta que el pasillo fue bastante larga. Me dio tiempo para notar las viejas prisas intentando volver y cómo podía seguir negándome a permitirlo. Lo más importante, y por eso el momento me es memorable, fue que me di cuenta de que podía hacer esto sin necesidad de detenerme. Podría seguir caminando hacia la cocina mientras me negaba a ‘caminar’ tal y como yo solía hacerlo. Para un observador, estaría caminando, pero para mi, la actividad fue totalmente nueva. Tuve una sensación de ligereza, soltura y calma desconocidas fuera de mis clases de la Técnica.

De repente me parecía sencillo. Con que mantuviera en mente lo que quería, en este caso irme a la cocina, a la vez de lo que no quería, caminar de mi forma habitual, la coordinación que me proporcionaba las direcciones (cabeza, cuello, espalda) haría que caminar fuera otra cosa. Llegaría a una experiencia nueva y desconocida, una experiencia imposible de conseguir por medio de cualquier intento de ‘caminar correctamente’.

Alexander hizo dos grandes descubrimientos. El primero, su técnica, el segundo, una forma efectiva de enseñarla a otros. Josechu, en su comentario, relata su frustración, y la de muchos, de no entender cómo se iba levantar de la silla si tenía que suprimir el deseo de hacerlo. Parece imposible. La solución de Alexander fue, inhibir el deseo de levantarte, darte las direcciones, y dejar que el profesor te demuestra cómo. El profesor le da literalmente al alumno la experiencia necesaria. Con repetición viene la comprensión y con la comprensión viene la capacidad de reproducir la experiencia sin ayuda. Así que llegue el día cuando uno decide ir a la cocina y …

La importancia de este momento para mi es que entendí qué es exactamente lo que hay que inhibir. No era cuestión de negarme a caminar, sino negarme a caminar de mi forma habitual, a caminar tal y como yo entendía caminar. No me estaban pidiendo que cerrara la puerta al acto de caminar, sino abrir la puerta a la posibilidad de hacerlo de otra forma. Hay que decir no al concepto propio del acto, no al acto en si. Si hiciera falta no caminar, sería imposible inhibir mientras uno caminara. Del mismo modo, si hiciera falta negarme a levantar de la silla, y seguir negándome a levantar, no me levantaría.

Nada de esto es obvio cuando uno empieza a tomar clases de la Técnica. Estoy convencido de que mi profesora me había explicado esto, pero no lo había entendido. Seguramente me pareció un juego de palabras igual que me parecían gran parte de las ideas de la Técnica al principio. Fue la experiencia práctica que por fin dio significado real a la idea de la inhibición.

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Comentarios

  1. Josechu dice

    2 marzo, 2013 a las 17:01

    Hola Simon,

    A raíz de esta entrada me surgen dudas. Yo uno de los párrafos lo reharía de la siguiente manera. Luego explico por qué.

    La solución de Alexander fue, inhibir el deseo de levantarte, darte las direcciones, y dejar que el profesor te demuestra cómo [se permiten algunos pasos intermedios, y cómo se hacen algunos otros pasos intermedios]. El profesor le da [mejor, ayuda a tener] literalmente al alumno la experiencia necesaria [gracias a que le guía en el movimiento].

    Al principio yo pensaba que el levantarme de la silla, tal como había entendido yo la TA en un principio, iba a ser un acto reflejo (tipo el reflejo rotuliano), de tal manera que no hacía falta la intervención de la voluntad de “hacer” para ejecutar la acción, que la acción se ejecutaría sola como por arte de magia (como un acto reflejo).

    Ahora pienso de manera distinta, tal y como escribí en la otra entrada.

    Lo que no veo en tu ejemplo del todo claro es cómo se pasa de la antigua forma de caminar a la nueva. Está claro que lo primero es teniendo en cuenta el CP, pero luego según yo lo entiendo tendrías que haber razonado los pasos intermedios que te llevaría a caminar de esa nueva forma, se me ocurren: levantar el talón hacia arriba mientras te inclinas hacia adelante, dejar bascular el fémur hacia adelante con respecto a pelvis, etc. Una vez ejecutados estos pasos intermedios junto con el CP, caminarías de una manera “nueva”. Esto lo ejecutarías unas cuantas veces hasta automatizar bastante todos los procesos simultáneamente y con eso habrías concluido.

    Pero lo que tú relatas en tu historia es que, tras pensar las direcciones primarias, “decidí emprender el camino (lo que Alexander llamaba ‘dar consentimiento’)”. Esto es lo que no entiendo. ¿Cómo pasaste de lo conocido a lo desconocido directamente? ¿Es que esa nueva forma desconocida de caminar es de alguna manera un acto reflejo que no requiere de la descomposición en sus pasos intermedios?

    Es que si no, es como si yo que nunca he jugado al baseball, cojo el bate, mantengo un buen uso de mí mismo, y ya directamente a la primera bateo bien la bola.

    O también: si estoy de pie y doy “el consentimiento” de caminar, se camina, si “doy el consentimiento” de sentarme, me siento. No entiendo lo de “dar consentimiento”. Para mi estos dos actos son distintos, cada uno con sus pasos intermedios que hay que ejecutar con la voluntad del Yo. No veo que cómo el dar consentimiento a un acto del cual desconozco su ejecución y su patrón kinestésico, me puede llevar a la ejecución correcta del acto.

    A lo mejor yo soy el único que se plantea estas cosas, pero bueno, pienso que si yo me aclaro con tus explicaciones, a otra gente también le servirá.

    Muchas gracias

    Josechu

    Responder
    • Simon dice

      3 marzo, 2013 a las 13:38

      Hola Josechu:

      Encontrarás mi respuesta aquí

      Saludos

      Responder
  2. Josechu dice

    2 marzo, 2013 a las 21:59

    Voy a plantear un escenario en el que me gustaría saber cómo se desarrollarían los hechos para aclarar un poco el proceso.

    Supongamos una clase de TA, en la que el alumno está de pie y desde ahí tiene dos posibilidades, sentarse o dar un paso hacia adelante.

    Se va a ejecutar una de las dos acciones, la cuestión es ¿es necesario por parte del profesor comunicar cuál de las dos acciones tiene pensado realizar?

    Un saludo

    Josechu

    Responder
    • Simon dice

      3 marzo, 2013 a las 13:42

      ¡Hola de nuevo!

      La respuesta corta es sí, el profesor tiene que indicar de alguna forma lo que se va a hacer. Puede ser verbalmente o no. Hay que haber un fin claro para haya una reacción inmediata que inhibir.

      La respuesta larga también es sí, pero con la matiz de que si el alumno realmente está dejándose en paz, dándose las direcciones primarias, y ha dado su consentimiento a que el profesor le mueva, las indicaciones no verbales pueden llegar a ser tan sutiles que un observador no las notaría para nada y al alumno le costaría decir qué hizo el profesor para indicar lo que iban hacer. Pero la respuesta sigue siendo sí. No hay un botón secreto que el profesor puede apretar para que el alumno se sienta y otro para que camine. El alumno tiene que dar su consentimiento. Ni caminar ni sentarse es un acto reflejo.

      Un juego que hacemos a veces en la escuela quizá ayuda a explicar la respuesta larga:

      Dos personas, sentado o de pie, el uno enfrente del otro, se juntan las palmas de una mano (la izquierda de uno y la derecha del otro). Se decide que uno va a mover la mano y el otro le va a seguir con la suya. Luego se cambia de papeles. Después de un rato, si la persona que sigue realmente se deja dirigir por el otro, un observador no tendrá la menor idea de quién dirija a quién, y la persona que sigue descubre que su mano simplemente va con la del otro, como si fuera por arte de magia. No obstante, esto no es un acto reflejo. El que dirige está dando indicaciones, aunque muy sutiles, y el que sigue podría decidir no seguir en cualquier momento.

      Espero que haya aclarado algo.

      Saludos.

      Responder

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Simon Fitzgibbon

Simon es profesor de la Técnica Alexander desde hace 20 años. Australiano de nacimiento, reside en Madrid desde el 1995. Es director de la Escuela de Formación de Profesores de la Técnica Alexander de Madrid desde su comienzo en el 2008. ¡Le encanta que dejen comentarios en su blog! [Más…]

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