El siguiente vídeo es un experimento de atención muy interesante. El comentario está en inglés, con subtítulos en inglés. Para los que no entendéis nada de inglés, lo siento. Es que todavía no hay forma satisfactoria de añadir subtítulos a un video de otra persona. No obstante, el propósito del experimento es más bien sencilla: contar cuántas veces el equipo blanco pasa la pelota.
Comentario y análisis después del pliegue.
[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=IGQmdoK_ZfY]
Para los que no habíais visto el experimento antes, ¿visteis el gorila? En serio, ¿visteis el gorila? Y los que sí lo habíais visto, ¿visteis la cortina cambiar de color o una jugadora marcharse? ¿Cómo es posible que se nos escapan detalles tan llamativos? Cuando vemos el vídeo sabiendo que estas cosas van a pasar, cuesta creer que estaban allí antes y simplemente no nos dimos cuenta.
Tendemos a presuponer que nuestros sentidos nos proporcionan una versión fiel de la realidad, pero no es así. Este vídeo pone de relieve dos cosas muy importantes: cómo nuestras expectativas condicionan lo que percibamos y, sobre todo, cómo concentrándonos en un detalle nos hace perder de vista el todo. Es decir, podemos pasar por alto cosas muy importantes, no por falta de atención, sino por exceso de concentración.
Esto explica una de las formas en que desarrollamos hábitos perjudiciales, tanto posturales como de otro tipo. El músico concentrado en la música, el informático concentrado en su trabajo, el conductor concentrado en el tráfico; todos pueden fácilmente perder de vista lo que están haciendo con sus cuerpos, y desafortunadamente, los hábitos se consolidan rápidamente.
El experimento también ilustra un problema común a la hora de aprender algo nuevo. Como te podría contar cualquier profesor de casi cualquier materia, uno de los grandes dificultades de la enseñanza es cuando los alumnos tienen ideas preconcebidas sobre lo que tienen que hacer o dónde deben poner su atención. A menudo se concentran tanto en un detalle (a veces, irrelevante) que no perciben ni cómo ni por qué se están equivocando, y parecen incapaces de llevar a cabo instrucciones sencillas.
Por eso ayuda tanto que alguien nos guie en el proceso de aprendizaje, que nos indique dónde está el fallo, qué relación tiene con otras dificultades, y cómo encontrar una solución.
En la Técnica Alexander, preferimos hablar de ‘atención’ más que concentración, y gran parte del trabajo es cultivar nuestra capacidad de ampliar nuestro campo de atención, para que embarque tanto nosotros mismos como nuestro entorno y la actividad en la que nos encontramos inmersos. De esta forma, nos machaquemos menos y facilitamos enormemente cualquier proceso de aprendizaje.
Por cierto, ‘monkey business’ significa más o menos ‘payasada’. Obviamente, el juego de palabras no funciona en castellano y por eso no lo he traducido. Aunque, podríamos rehacer el vídeo con un payaso…
Hola Simon,
Creo que además de los puntos señalados, está el hecho de que a veces nuestros sentidos
funcionan perfectamente, y además nos damos cuenta de lo que está ocurriendo, pero por alguna razón “superior” lo ignoramos. Algunos ejemplos:
1. Salgo a correr y me empieza a doler un poco la rodilla, la percepción es clara, en principio no la ignoro, debería hacer (o dejar de hacer) algo al respecto, pero resulta que estoy en una carrera o en un entrenamiento que quiero acabar, así que fuerzo las cosas y acabo la carrera. El resultado puede ser una lesión permanente de rodilla
2. Se está en un grupo bebiendo alcohol, que uno mismo percibe que le está sentando mal y aun así sigue bebiendo. Resultado: borrachera.
3. Se está en una relación sentimental que uno ve que no funciona bien, pero aun así
la continua por más tiempo. Resultado: probable ruptura dolorosa.
Creo que todos estos ejemplos son muy comunes y en todos, el hecho principal es que sí se sabía lo que estaba pasando, y se tenía una apreciación precisa de ello, pero hay razones (más o menos justificadas) para ignorarlas.
Entre las razones objetivas, por ejemplo, conozco de deportistas que si no alcanzan ciertas
marcas no cobran de los patrocinadores, ¿qué hacer? Pues parar y reeducarse, pero esto lleva tiempo y a veces no se dispone de él.
[Yo ahora salgo a correr solo, para que nadie me imponga el ritmo y pueda parar cuando quiera. En cuanto me pongo al ritmo de otro que vaya más fuerte, me descoordino]
Saludos
Josechu
J
Hola Josechu:
Pues efectivamente, también hay el problema de no reaccionar de forma apropiada cuando sí tenemos una percepción más o menos fiable de la situación. Hay distintos motivos para este tipo de comportamiento:
Puede haber razones ‘superiores’ como dices y decidimos ignorar los avisos que estamos recibiendo porque tenemos otras prioridades.
A veces no paramos a pensar adecuadamente en las consecuencias o no comprendemos el alcance de las repercusiones de nuestras decisiones puedan tener.
Otra situación común es que simplemente no somos capaz de parar, a pesar de comprender que sería mejor que lo hiciéramos. Vemos las consecuencias pero estamos ya demasiado metido en (y comprometido con) el hábito.
En la primera situación, hay que ser responsable. Si decidimos ignorar un aviso de peligro para conseguir otro propósito, pues hay que asumir las consecuencias. La pregunta importante es si lo que pretendemos conseguir realmente merece la pena. La respuesta no es siempre no, ¡pero tampoco es siempre sí! Hay que pesar los resultados a largo plazo además de corto plazo. La solución al segundo ejemplo es educarnos para que realmente entendamos la idoneidad o no de nuestras decisiones. También hay que cultivar la capacidad de parar y pensar antes de actuar. No obstante, como demuestra el tercer ejemplo, que esta capacidad de parar es a menudo más difícil de lo que podríamos suponer.
Somos seres complicados…