Me imagino que todos estáis familiarizados con el llamado efecto mariposa. Me comentó un alumno el otro día que sus clases le hacían recordar esta idea. Le sorprendía mucho cómo cambios pequeños en una parte de su cuerpo podrían tener un efecto tan llamativo en otra parte — ¡una parte que nunca habría imaginado que estuviera relacionada con la primera!
En ese clase en concreto, había notado un cambio en su pie derecho como resultado de un pequeño ajuste que yo le había hecho a nivel del cuello.
¿Qué hay detrás de este fenómeno y cuáles son las consecuencias?
El cuerpo humano es muy complejo. De hecho, es de una complejidad que nunca llegaríamos a entender de forma práctica, por mucho que avance el estudio científico de la anatomía y la fisiología. Con esto quiero decir que una comprensión completa de cómo funciona nuestro organismo no aumentaría nuestra capacidad de controlarlo, ya que hay demasiados factores y no podemos, de forma consciente, coordinarlos todos.
No obstante, como ya he comentado en muchas ocasiones, no es necesario controlarnos de esta forma ya que hay toda una serie de mecanismos subconscientes que se ocupen de ello. Nuestro cometido es el de no interferir con ellos.
Debido a esta complejidad, nos puede sorprender las conexiones entre distintas partes del cuerpo que de repente invaden nuestra conciencia. El camino hacia un cambio concreto puede pasar por lugares muy curiosos.
Esto es el lado bonito de la situación. Además de los beneficios que nos aporta aprender la Técnica, ¡hay el entretenimiento constante de estos efectos inesperados!
Sin embargo (quizás los lectores más astutos —junto con los más pesimistas— ya se han dado cuenta), conviene tener en cuenta la otra cara de la moneda: dado que las distintas partes del cuerpo están ligadas de forma compleja y inesperada, corremos el riesgo de perjudicarnos con cada cambio que hagamos, con cada actividad nueva que aprendamos y, de hecho, con todo lo que hacemos. Si un pequeño cambio en el cuello puede repercutir en el pie derecho, ¿cómo podemos estar seguros de que esta repercusión sea algo beneficioso?
Sabemos que nuestra percepción de los que estamos haciendo puede no ser muy fiable, por eso surgen los problemas. Así que, simplemente evaluar lo que sentimos no es suficiente. Rara vez percibimos los efectos perjudiciales de nuestra manera de hacer las cosas. Como regla general, no tenemos ninguna conciencia de que nos estamos perjudicando hasta que el hábito está ya muy establecido, y nos damos cuenta porque el daño ha llegado a tal punto que produce dolor o algún otro impedimento. Lo que hace falta es un criterio fiable para evaluar el efecto que puede estar teniendo nuestra actividad cotidiana sobre el conjunto de nuestro cuerpo.
Alexander fue plenamente consciente de este problema y, de hecho, dedicó un libro entero al tema: The Universal Constante in Living* (La constante universal en el vivir). El título se refiere a lo que el denominó el efecto de nuestra manera de usarnos a nosotros mismos sobre nuestro funcionamiento general. Este efecto puede ser beneficioso o perjudicial, según sea el caso, pero el efecto es siempre constante. ¿Cómo podemos asegurarnos de que el efecto sea beneficioso? La solución, dado el complejidad del cuerpo humano, es sorprendentemente sencillo. Todo uso que no interfiere con correcto funcionamiento del Control Primario nos beneficiará, mientras cualquier uso que sí interfiere con ello será perjudicial.
Es decir, Alexander, además de desarrollar un método de reeducación, desarrollo una herramienta que nos permite evitar que futuros problemas surgen. Es por eso que constipe una herramienta de altísimo valor en el campo de la educación, entendido esta en su sentido más amplio.
* Mouritz 2000. (Editado por primera vez en 1941).
Existe una traducción al castellano pero lo la recomiendo. Explico mis razones aquí.
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