Es común que el público en general cree que la Técnica Alexander es una forma de educación postural, y igualmente común que los profesores de la Técnica lo niega. A la vez, la mejora de lo que generalmente se entiende por “postura” es uno de los cambios más notables de la asimilación del trabajo de Alexander. ¿Como se explica esto?
El enigma es sólo aparente y su solución se encuentra en entender el propósito de las clases de la Técnica, junto con el método que se utiliza para conseguirlo.
En Control consciente y constructivo del individuo (parte II, capítulo III, Una apreciación sensorial imperfecta), Alexander nos proporciona una descripción clara del propósito de su técnica:
…generar en todo momento y para todo fin, no una serie de posiciones o posturas correctas, sino un uso coordinado de todo los mecanismos en general.
Es de suma importancia entender el significado práctico de estas palabras si deseamos aprender la Técnica Alexander ya que la falta de comprensión de esta diferencia clave hace que el progreso es prácticamente imposible.
Para dar un ejemplo familiar: no hay una postura correcta para estar de pie que uno deba aprender, junto con una postura correcta para estar sentado, sino una coordinación general que se puede aplicar tanto al estar de pie como a estar sentado, y de hecho, al acto de mover entre los dos.
El resultado de esta coordinación general, que se puede (y se debe) aplicar a todo, es que, continuando con nuestro ejemplo, al sentarse en una silla, no hace falta adoptar una postura correcta cuando uno llegue, ya que la coordinación general que haya mantenido durante el movimiento garantice que ya la tiene.
Esta es la esencia del método indirecto de la Técnica: se persigue un cambio global, y globalmente aplicable, en lugar de una serie de cambios específicos. La realidad es que es un plan mucho más sencillo, ya que los cambios específicos necesarios serían interminables, y en gran parte incompatibles entre si, mientras el cambio global es uno.
Ahí lo tenéis: con la Técnica se mejora la postura sin la necesidad de aprender posturas correctas.
Efectivamente. En última instancia la postura solo es un resultado de la aplicación de los nuevos medios. Por eso haces muy bien en recordar que es un método indirecto, que se basa en lo general, no en lo específico, como no se cansaba de repetir Alexander.
Es ésta una de las cuestiones más importantes y muchas veces dejada de lado. Ya que muchas veces se busca una sensación determinada o hacer tal cosa de tal manera, sin darnos cuenta de que estamos actuando como «logra-fines». Cuando solo una cosa es necesaria: aferrarse a los principios. Que en este caso sería la activación de control primario para que así entren en acción los reflejos naturales. De esta forma la pauta de movimiento queda absolutamente modificada sin que nos hayamos preocupado ni lo más mínimo de cada cambio concreto, ni la forma en que lo llevábamos a cabo. O dicho de otra manera: si dejamos de interferir el cuerpo sabe lo que hacer.
Siento no ser más discrepante pero es que estaba muy de acuerdo con la entrada. 🙂
Saludos.
Quisiera completar mi anterior mensaje diciendo que el control directo de los detalles no solo no es deseable sino que es imposible. Porque no tenemos control directo de los músculos, ni siquiera consciencia clara de ellos. Veamos, en actos relativamente sencillos como beber un vaso de agua, levantarnos de una silla o picar una cebolla, ¿somos conscientes de la compleja y delicada interactuación de decenas de músculos a la vez? No, de hecho si tuviéramos que manejar conscientemente el afinadísimo grado de contracción y coordinación de tantos músculos a la vez, el movimiento sería imposible. Si nos pidieran que contrajeramos determinado músculo seríamos incapaces de ello -y si lo lográramos sería suerte o casualidad. Porque como decía, el cerebro, el neocortex, la parte consciente, no tiene control directo sobre los músculos. Su función es digamos desear, diseñar la acción a grandes rasgos, tomar la decisión de ejecutarla; pero la forma detallada en que se ejecuta está fuera de la consciencia, depende de un intrincado y aún no completamente conocido sistema subcortical, quizás el «aparato central» que decía Magnus. Por eso, si nos pidieran contraer un solo músculo determinado, lo que haríamos sería ejecutar nuestra IDEA, nuestro prejuicio de qué es necesario para contraer ese músculo, y esa idea se traducirá probablemente en la contracción de un grupo de músculos. Por lo tanto vemos que el control es necesariamente indirecto.
Saludos.
En efecto. El control directo es imposible. El problema es que es muy fácil convencernos de que somos capaces de hacerlo. El resultado es que nos fijemos en unos pocos detalles muy específicos, o quizá sólo uno, y pasamos por alto todo lo demás. En la gran mayoría de los casos, nos estamos perjudicando mucho sin darnos la más mínima cuenta de ello.