Hace poco escribí sobre una pregunta muy frecuente: ¿cuántas clases son necesarias? En aquel artículo, hablé sobre el número de clases necesarias para aprender la Técnica, y con ‘aprenderla’, estamos hablando de haber alcanzado un nivel suficiente como para poder continuar sin profesor, manteniendo o aumentando el nivel alcanzado.
No obstante, a veces lo que la gente quiere saber es cuántas clases son necesarias para que uno note los cambios. La buena noticia es que, aunque hacen falta unas cuantas clases para asimilar plenamente la Técnica, no hay que esperar mucho para notar los beneficios de ella.
Reconozco que recalcar, como suelo hacer, que la Técnica Alexander no es una solución rápida ni fácil, puede dejar la sensación de que es todo cuesta arriba. Pero no es así. Los que toman clases de la Técnica no son una panda de masocas. Tampoco es necesario que tengan fe en el por venir. Más bien, ven claramente cómo les están beneficiando sus clases y por eso están convencidos de que merece la pena esforzarse.
Así que, ¿cuántas clases antes de notar los beneficios? Obviamente, muchas de las consideraciones del artículo anterior todavía son válidas aquí: la edad y salud del alumno, la naturaleza de su problema, su capacidad de asimilar el trabajo, etc. No obstante, el alumno normalmente va a notar algún cambio incluso durante la primera clase. Es decir, va a salir de la clase con motivos para volver. Como mínimo, tendrá una idea del potencial de las clases si no una experiencia clara de los cambios posibles.
Puede parecer una paradoja: la Técnica Alexander requiere tiempo y aplicación pero se pueden notar los cambios casi de inmediato. El misterio se resuelve con entender cómo funciona el proceso del aprendizaje. El profesor se dedica, sobre todo al principio, a proporcionarle al alumno la experiencia misma de una coordinación mejorada. Es decir, el alumno pueda tener la experiencia antes de que sea capaz de conseguirla por sí mismo.(Los profesores de la Técnica podemos hacer esto porque, en resumen, nuestra formación no capacita a hacerlo.) Obviamente, esta es una forma muy rápida de transmitir al alumno la información necesaria, y una aliciente muy potente.
Al principio, el alumno no puede mantener los cambios entre clases y clases, por lo menos de forma fiable. Muchos me dicen, por ejemplo, que salían de la clase estupendamente pero perdieron los cambios de repente, sin entender ni cómo los habían mantenido hasta entonces, ni lo que habían hecho para perderlos. No obstante, poco a poco empiezan de darse cuenta de cómo lo que hacen y lo que piensan afecta cómo se encuentran. Empieza a desaparecer la aleatoriedad aparente de su condición, y descubren que puedan ejercer un control creciente sobre su estado.
Con tiempo, no sólo son capaces de mantener los cambios, sino de seguir mejorando. Es decir, llegan a la clase en mejor que la clase anterior. Ya son capaces de poner en práctica lo que han aprendido de forma fiable, o sea, han aprendido la Técnica Alexander.
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