Recientemente, un suscriptor dejó un comentario muy interesante en una de mis entradas. Me pareció que este comentario merecía como respuesta una entrada propia. Así que, aquí esta:
Hola Josechu:
Gracias por tu comentario tan elaborado.
Al leerlo, discrepo bastante, pero es posible que se debe en parte a diferencias de terminología. Por ejemplo, no estoy seguro de lo que quieres decir con que la atención queda “atrapada” en un hábito. Quizá podrías explicar esto un poco más.
Otra duda que tengo es si haces una distinción entre apreciación sensorial y la propiocepción o cinestesia. El término ‘apreciación sensorial’ engloba, además de la percepción que tenemos de nosotros mismos o las cosas que sentimos, el significado que damos a esta información sensorial, nuestra valoración y comprensión de ella.
Esta valoración y comprensión depende en gran parte de nuestra experiencia. Una analogía sencilla: si uno sólo bebe vino barato de brick, le puede parecer hasta rico, pero si un día pruebe vino de calidad, el vino barato ya no parecería lo mismo porque tendrá con qué comparar. El sabor del vino no cambia, tampoco la información sensorial que reciba al beberlo. Lo que cambia es su valoración y comprensión de lo que está bebiendo. Diríamos que su apreciación del vino se haya refinado, se haya educado. Del mismo modo, el mismo feedback sensorial nos puede significar distintas cosas, según nuestra experiencia, y nuestra apreciación sensorial puede educarse (o reeducarse).
Volviendo a tu comentario, procuraré exponer como entiendo las cosas, dónde discrepo contigo y por qué:
Para empezar, no veo que la existencia de la apreciación sensorial sea un problema. Sin apreciación sensorial, difícilmente podríamos navegar nuestro mundo. Necesitamos saber dónde estamos y qué estamos haciendo, necesitamos tener un concepto de los movimientos y el esfuerzo necesario para realizar las actividades que nos proponemos. Además, si no fuera posible distinguir entre hacer algo de una manera o de otra, sería imposible aprender a hacer cosas.
No estoy seguro de si querías decir que lo mejor sería que la apreciación sensorial no existiera de ninguna forma o simplemente que no existiera a nivel consciente. De todas formas, tampoco diría que el problema es que sea consciente porque, de hecho, la apreciación sensorial funciona principalmente a nivel subconsciente. No solemos darnos cuenta de ella salvo que la información sensorial que hemos recibido no concuerda con lo que esperábamos. Aunque sí es verdad que podemos dirigir nuestra atención de forma consciente hacia ciertas impresiones sensoriales, como regla general, sólo hacemos esto cuando nos parece que algo falla e intentamos corregirlo.
El problema de la apreciación sensorial es, más bien, que en la mayoría de las personas se ha vuelto poco fiable. Esto significa que a menudo no nos damos cuenta de que estamos haciendo algo de una forma que nos perjudica y, a su vez, hacerlo de forma eficiente nos parecería extraño e incorrecto.
En cada momento, recibimos tanta información sensorial que es imposible estar en todo. Por lo tanto, normalmente sólo llega a nuestra conciencia los cambios. Esto tiene la ventaja de que lo novedoso nos llama la atención —lo cual facilita nuestra capacidad de adaptarnos a un entorno cambiante— y lo familiar pasa a un segundo plano, permitiendo que pongamos nuestra atención en otras cosas. De forma análoga, actividades que hemos realizado muchas veces ya no requieren nuestra atención. La desventaja es si nos acostumbramos a hacer algo de una forma perjudicial, ésta también pasa a un segundo plano y la repetimos sin conciencia del daño que nos estamos haciendo, ¡hasta el momento en que pase factura! El precio que pagamos por ser un animal muy adaptable es que podemos acostumbrarnos rápidamente a algo no que no nos conviene, y como resultado, nuestra apreciación de la información sensorial que recibimos, como se basa en la experiencia, se distorsiona.
Deja una respuesta