Un malentendido común que surge en torno de la Técnica es el tema de la Apreciación Sensorial. En sus libros, Alexander solía usar dos adjetivos cuando se refería a ella: defectuosa y poco fiable (faulty, unreliable). De ahí, muchos empiezan a pensar que si no podemos fiar de nuestras sensaciones, pues hay que ignorarlas o mejor aún intentar no tenerlas.
Sin embargo, si reflexionamos un poco, veremos que estas ideas no se sostienen. Tenemos un mecanismo sensorial que nos manda información y está ahí por algo. Desde luego, los que, por lesión cerebral u otra causa, están privados de información sensorial, no viven en la gloria. Llegado a este punto, hay dos opciones: concluir que Alexander estaba equivocado y descartar el concepto, o volver a leer lo que Alexander decía para averiguar si le hemos interpretado mal.
Es importante tener en cuenta que Alexander decía que es nuestra ‘apreciación‘ de nuestras sensaciones lo que está poco fiable, no las sensaciones mismas. Apreciación en este contexto es más o menos sinónimo con valoración y comprensión. Así que, lo en que no debemos fiar de forma ciega es nuestra valoración o comprensión de lo que sentimos y nuestras ideas y opiniones basadas en esta valoración. Es más, Alexander recalcaba que el propósito de su Técnica es ‘restablecer la fiabilidad de la Apreciación Sensorial’. Así que, de nuevo, está claro que lo que quería decir es que no es el mecanismo sensorial que necesita arreglo, sino nuestra valoración de la información que recibamos de este mecanismo sensorial. Desde luego, nuestra apreciación se queda en nada sin algo que apreciar.
Que nuestra Apreciación Sensorial no sea del todo fiable no significa que sea inútil. Si pensamos a modo de analogía en el trabajo de periodistas o historiadores, podemos entender la distinción con más claridad. Que una fuente de información no sea del todo fiable no significa que carece de valor, siempre y cuando uno es consciente de este hecho. Sólo es un problema es aceptamos sin cuestión la fiabilidad de la información. Lo que haría un periodista o un historiador es, al ser posible, contrastar la información con otra información de la que ya dispone o con otra fuente. De hecho, Alexander desarrolló su técnica de esta forma: contrastando lo que sentía con lo que veía en los espejos que había preparado y la calidad de su voz. Un historiador o periodista sin fuentes estaría totalmente perdido, y nosotros sin información sensorial también.
Un ejemplo práctico. Mientras escribo, puede que sienta que estoy tensando los hombros indebidamente. Consciente de que mi apreciación sensorial no es del todo fiable, me doy cuenta de algo muy importante: aunque es bastante probable que estoy tensándome los hombros, la primera solución que se me ocurre —intentar relajarlos, moverlos un poco—probablemente no es la acertada. Puede que me da algo de alivio temporal, pero el problema volverá en seguida. Peor aún, seguramente crea otro desequilibrio que me va a afectar negativamente en otro sitio, la espalda por ejemplo. Si sigo por este camino, mi mañana va ser una sin fin de incomodidades y apañitos. Así que, trato esta impresión sensorial como un aviso, un recordatorio a poner en práctica la técnica que he aprendido para mantener un nivel aceptable de coordinación. De esta forma, quito la sensación de tensión en los hombros, evito que vuelva y no causo otros problemas en el intento.
Lo que sí está fuera de toda duda es que intentar cabezudamente a ignorar mis sensaciones ¡ni remotamente se podría considerar la solución!
Hola, Simon.
Encantado de volver a escribir en tu blog. Entre unas cosas y otras he estado sin mucho tiempo para hacerlo.
El tema que comentas me parece muy interesante. Efectivamente Alexander se refería a la interpretación de las sensaciones, no a las sensaciones mismas. El problema con estas sensaciones es que se han vuelto inconfiables porque están desajustadas. Y esto se debe a que nuestro cerebro identifica «correcto» con «habitual», de suerte que cuando empezamos a usarnos mal, al poco tiempo el cerebro identifica estas sensaciones como correctas por haberse convertido en habituales. De ahí la arquetípica situación de una clase de la Técnica en la que le das a un alumno las sensaciones correctas y él las identifica incorrectamente, por ejemplo sentirse que está echado hacia adelante cuando se corrige su tendencia a tirar hacia atrás. Como resultado de todo esto al principio el alumno no puede guiarse por sus sensaciones, porque estas solo le dirán que hace algo bien cuando realiza su habito, siendo esto un círculo vicioso que impide el cambio.
Por todo esto, para conseguir un cambio real hay que atreverse a exponerse a hacer y sentir cosas que sentimos como incorrectas, este el único camino. Para todo el que se inicia todo este asunto de hacerlo bien o mal es una tortura, pero como dijo Alexander: «quieres saber si lo haces bien, pero más adelante cuando lo hagas bien ni lo sabrás ni querrás saberlo» (traducción libre).
Un afectuoso saludo, Simon
Hola Jonatan:
Bienvenido de nuevo.
En efecto, nuestro concepto de lo «normal» depende de lo que para nosotros es familiar, o sea, lo habitual. Es por esto que salir de lo habitual es tan difícil. Alexander ingenió una solución para él mismo a este problema, pero mejor aún (para nosotros), ingenió una manera de ayudar a otros salir de este laberinto. En las clases de la Técnica Alexander, el profesor toma la responsabilidad de asegurar que el alumno reciba las experiencias y sensaciones nuevas y correctas. El alumno sólo tiene que dar su consentimiento. Como bien sabemos, esto no es tan fácil como suena, pero desde luego, es mucho más fácil de intentarlo sin ayuda.
¡Que sigas bien y que vuelvas pronto!
Este fin de semana tuve una clara experiencia de apreciación sensorial poco fiable. Resulta que me cogí la gripe y el domingo tenía fiebre. Paradójicamente mi sensación era de frío y lo que te pide el cuerpo en base a esa sensación es abrigarte más. Pero en base a un instrumento preciso (el termómetro) y al razonamiento inteligente, uno, en contra de su apreciación sensorial, se destapa completamente o se da una ducha con agua templada.
Para mi este es otro ejemplo claro de apreciación sensorial defectuosa y de que hay que confiar en el pensamiento en vez de en dicha sensación.
¡Espero que ya te encuentres mejor!
Me gusta tu ejemplo. Recalca la ‘apreciación’ de la Apreciación Sensorial. Para poder actuar de forma apropiada, hacía falta ‘apreciar’ (comprender) el significado de lo que estabas sintiendo. La sensación sirvió como una alarma —algo raro me está sucediendo, ¡haz algo!— pero la primera solución que te venía a la cabeza no fue la acertada. Has podido parar y reflexionar sobre tu experiencia pasada, y por tanto, hacer lo indicado. ¡De eso se trata!