Para información básica sobre estos aforismos, vean la primera parte de la serie, Aforismos de Alexander.
El control debería ser una parte íntegra del proceso, no algo que se superpone.
(Control should be in process, not superimposed)
Este aforismo es algo que en principio suena muy guay, muy «holístico», y para mucha gente sería muy fácil aceptarlo sin pensárselo mucho. Sin embargo, para concretar su significado práctico (y F.M. Alexander era una persona muy práctica), se requiere un poco más de reflexión. Confieso que cuando empecé a leer a Alexander, en muchas ocasiones me parecía que simplemente quería hacerse el interesante. Con el paso de los años, con el cúmulo de experiencia y tiempo para pensar sobre ella, aprecio cada vez más la utilidad práctica de lo que nos quería comunicar.
Volviendo a este aforismo en concreto, creo una cita de El uso de si mismo* podría ayudarnos entender la distinción que Alexander quería recalcar:
Por este nuevo proceder, mientras mantuviera conscientemente las direcciones** razonadas para producir unas nuevas condiciones de uso, el estímulo de una decisión de lograr un determinado fin produciría una actividad diferente a la antigua y habitual: la antigua actividad no podía ser controlada fuera del contexto de lograr un fin determinado, mientras que la nueva actividad podía ser controlada para la consecución de cualquier fin que deseara conscientemente.
Se refiere a la diferencia entre el método directo y el indirecto. El método directo es el que Alexander había usado hasta ese momento (y es el que todos usamos por regla general): simplemente intentaba hablar correctamente. El método indirecto —lo que propone Alexander— consiste en crear un cambio general en la forma que uno se usa a sí mismo y luego hablar. Es decir, hablar mientras uno se está usando adecuadamente.
Intentar superponer un cambio, o el control sobre una actividad, cuando las condiciones generales son perjudiciales es, en el mejor de los casos, un método con resultados muy inciertos. También puede causar muchos problemas que, tarde o temprano, pasan factura.
Esto es precisamente lo que le pasó a Alexander. Al principio, intentar hablar bien parecía servirle. Sin embargo, con el paso del tiempo el resultado fue cada vez menos satisfactorio y lo que es muy significativo ¡sin motivo aparente! Después de mucha investigación, descubrió que el problema no fue resultado de mecanismos vocales defectuosos como había imaginado. Tampoco fue cómo usaba su voz. El problema fue cómo se usaba a sí mismo mientras hablaba, la gestión del conjunto de su ser al hablar.
La Técnica que desarrolló Alexander para resolver su problema es, por lo tanto, un medio para mejorar esta coordinación general, el Uso de uno mismo; y es una mejora que nos acompaña en todo lo que hacemos. En lugar de intentar controlar cómo realicemos una actividad específica, aprendemos a controlarnos a nosotros mismos a nivel general mientras realicemos todas nuestras actividades. De esta forma conseguimos una mejora gradual de calidad en lugar de todo lo contrario.
* Aunque La Técnica Alexander, el libro que contiene los aforismos, también incluye el primer capítulo de El uso de sí mismo, «Evolución de una técnica» (bajo el título de «La historia australiana»), incluyo aquí la traducción que aparece en la edición castellana del original porque, desafortunadamente, la parte que cito aquí está mal traducida en el primero (confunde un sentido metafórico de “outside” (fuera) con uno literal, y así cambia totalmente su significado). La traducción de esta parte que aparece en el segundo está, en cambio, acertada.
** He cambiado «instrucciones» por «direcciones» porque me parece más acertado, y está más acorde con lo dicen los profesores de la Técnica castellanohablantes.
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